jueves, 17 de septiembre de 2009

Septiembre





Un poco tarde (pero bueno, es probable que si yo fuera partera llegara a los bautizos), mi quince de septiembre. Desde Chintolololandia: felices fiestas patrias (porque 199 años de recibir por culo son para celebrarse).

sábado, 12 de septiembre de 2009

¡Descubren cenote ceremonial en la Doctores!








Ya quisieran nuestras "autoridades". No, la única noticia es que están rebanando el mítico-mágico-monumental Chipote que Crece, llamado irrespetuosamente "chipote" por el diputado que convocó al inicio de obras y que supone que Yo pedí que le dieran en la madre a tan prestigiado vestigio de civilizaciones del pasado (que ocultaron en su interior un ovni). ¿Qué había bajo el chipote? Además de agua (parece que era un "chipote de agua"), pues no sé, porque no fui al banderazo del deschipotamiento. Tampoco había puesto nada en el blog, porque atravesé por un peligroso trance de cambio de casa/bomberazo editorial. Hoy ya tengo internet, pero estuve viviendo en la damnificación como por tres semanas: con la ropa en bolsas, los trastos en cajas, sin estufa, sin teléfono; además, corrigiendo harto para editorial que lleva sus libros a la SEP y transportando mis chivitas en diablo desde mi antigua casa, pues me mudé a dos cuadras de donde vivía, así que se me hizo fácil trasportar todo en el diablo... y casi me cuesta un ovario.
¡Qué capacidad de acumular pendejadas físicas que no llegan a bienes tiene el sapiens sapiens! Una vez una persona me dijo que entre las seres humanos existía la casta ¿o raza? de los Acumuladores de Triques; y que si uno tenía en vía materna o paterna a un Acumulador de Triques, uno ya tenía un sino claro. Cuando me dijo esto, hace como cinco años, terminé por convencerme de que era un imbécil. Ahora me acordé de su sabio descubrimiento, al darme cuenta de que pertenezco a la casta de Acumuladores de Triques, y que estoy doblemente predestinada, pues mis dos donadores de materia genética también son Acumuladores de Triques. De mi madre heredé la manía de llenar los anaqueles de la cocina con trastos contenedores, que, al menos yo, termino sin usar. Mientras guardaba y tiraba sufría con ello: "¿Será que me arrepentiré de tirar este frascote de cristal que no he usado en dos años (y al que le falta la tapa)? Y estos frasquitos chiquitos tan chidos y tan útiles, ¿cómo los voy a tirar? ¿qué les puedo poner adentro? ¿por qué será que no los uso?" Y de mi padre la tendencia a guardar triques ceremoniales y emocionales: canicas, un arete que no tiene par, unas piedras, caracoles, una cintita de lentejuelas (con poderes mágicos, of course), los coches de mi hermano pequeño, una mosca de plástico chiquita, etcétera. Pero puta, una cosa es guardarlos y otra muy jodida cargarlos tres escaleras abajo y echarlos al diablo; y luego subirlos otra escalera empinada. Y luego el horrible verde que tenía el estudio nuevo y que tuve que pintar de naranja (un naranja chido). Y la estufa (¿por qué me pasan estas cosas a mí?). Primero no tenía estufa (en el otro lugar usaba una integral); luego mis progenitores me regalaron una con motivo de mi complaños (SÍ, CUMPLIMOS AÑOS VAN THE MAN Y YO: ÉL EL 31 DE AGOSTO, YO EL 8 DE SEPTIEMBRE); luego no sabía cómo conectarla; luego me traje una manguera de casa de la jefa; luego fui por un adaptador porque no encajaba la manguera; luego el adaptador estaba grande; luego de que regresé por el adaptador correcto, la conecté y calenté agua para un té: se acabó el gas; luego perseguí al camión del gas porque por las chingadas obras de deschipotamiento no pasa mero enfrente el camión; luego olía un chingo a gas cada vez que la prendía; luego un alma caritativa vino a confirmar que la había conectado bien, hizo unos pases mágicos con los quemadores Y YA: espero que no pase nada raro ahora. Por todo eso es que sigo sin carburar correctamente y ya hasta redacto así de horrible.

Fotos: del deschipotamiento. En la última, no confunda usted la actitudad meditabunda del hombre de la derecha con lelez. Ya desearían Mircea Eliade o Elias Caneti tener acceso a lo que pasa por su masa encefálica.

Aunque tarde: feliz complaños al maestro Van Morrison y a mí. Cumplí los malditos 27, lo que significa que durante los siguientes 12 meses deberé ser especialmente cuidadosa a la hora de libar. ¡Aún no quiero morir! Con todo y mudanzas y deschipotamientos, me gusta la vida.

Lo que nos trajo la lluvia




Sí, mucho excremento desentubado, pero también, desde el maravilloso reino fungi, señoritas y pambazos. Yo preparé un bocadillo de pasta con señoritas mientras escuchaba los alegres himnos de amor del maestro Van the Man.