miércoles, 24 de junio de 2009





¿Sabe qué está muy inn en las recesiones y no cuesta nada? Claro, la Suspensión Voluntaria de Calzado Deportivo. Cabe recordar que este deporte, también conocido como Ponerse la Corbata, sólo se puede practicar una vez (doy por sentado que los “intentos de suicidio” son mamadas de niños fresas buscando llamar la atención y de briagos amateurs). Todo auténtico suspensor voluntario del zapato-tenis lo consigue. Punto. Ahora, algún arqui o inge chilango previsor hizo estos puentecitos peatonales, diseñados específicamente para impedirle un excelente escenario para (no olvidemos a nuestros héroes periodísticos que nos dieron patria) “dirigirse al más allá”. Tiene usted las vías del metro en vertical, un puente alto, pero, oh sorpresa, un rejota infranqueable: una especie de vagina aérea que lo conduce sano y salvo al otro lado, a menos que usted pase a altas horas de la noche. Yo no le intentado, así que es pura especulación, pero tomando en cuenta que el mentado puente liga la Obrera y la Tránsito, es probable que a usted lo puedan violar, robar o matar (o los tres servicios incluidos) si cruza a deshoras. Lo interesante de estos puentes es que el inge o era existencialista, o dialéctico o tenía un sentido del humor muy tétrico, porque es probable que si uno no va lo suficientemente deprimido, esta arquitectura manchester-chilango lo suma en los abismos de la ibídem. En realidad, el diseño es retrofuturista y chingón, y a mí que no me molesta la estética chilanga de la mugre, me gusta harto este puente, pero claro, se vería distinto sin tanta porquería.

Feliz San Juan Bautista para mi jefe, y también para mi sanguaza.

sábado, 13 de junio de 2009

Leyendas urbanas: El chipote que crece







Esta primera leyenda urbana en este blog también es un exfail: exijo la inmediata investigación de los agentes Escoli y Molder en el caso.

Latitud: triángulo de las Bermudas

Longitud: harta

Ubicación: a 2 cuadras del metro Niños Ebrios

Color de tez: mavimentosa parchada

Complexión: chipotuda

En el cruce de Doctor Vertiz y Doctor Velasco se encuentra el tres veces insondable Chipote Que Crece. ¿Qué es? Nadie lo sabe, o "la verdad está allá jueras" y existe un compló de nuestro risible gobierno para no revelarla. El caso es que es un chipote, y crece. ¿Cómo? ¿A quioras? Nadie lo sabe, pero incluso yo he sido testiga del sobrenatural jenómeno. Cuando trabajaba en Praxis (primavera del año del siñor 2005), el chipote era apenas un tope rasurado. Y ahora, un robusto chipotote. Diversos testigos muestran incredulidad: "vienen y cavan y le sacan y nada: sigue creciendo" (editor de la zona que no quiso identificarse). ¿Será que bajo él yacen todos los manuscritos enviados a _____ (editorial zonal de su preferencia)? ¿O restos de los autores anónimos? Por cierto, justamente entre Velasco y Navarro se halla el antiguo límite sureño de la gran Meshíco Tenustitlán. Sí, mis chingones, por acá llegaba Moctezuma, ataviado con chanclas di oro, a visitar a sus nobles o a coger o a chupar o a pachequear ¡o a citarse con los aliens que viven bajo el chipote que crece! ¿Quién puede corrobar lo contrario? La colonización ya empezó. También es neta que a dos cuadras se encuentra ese rico altar dedicado a Nuestra Señora del Mictlán; claro, la Santita tiene por acá sus aposentos. Por si las dudas (y como pronostica una leyenda maya nacida en la torre latinoamericana :: el mundo se acabará en 2012::), póngansen en paz con la Madgie mexica, nuestra señora Coatlicue.

Fotos: diversas imágenes del Chipote Que Crece. Camioneta con ñora encabronada a bordo; diversos estragos causados por el chipote; flora cercana al chipote; primerísimo plano del mismo (con todo y vestigio de civilización consumista), e te ce.

viernes, 12 de junio de 2009

El material de los sueños

(bajaré por ella) a la profundidad grandilocuente

De las manifestaciones humanas, la que más admiro (aunque bueno, admiro pocas) es la capacidad de soñar. No logro entenderla del todo, y no me preocupa hacerlo. ¿Viajes astrales? ¿Recuperaciones ópticas transformadas? ¿Formas psicológicas del inconsciente por resolver la realidad? Bah, por lo menos esta última me parece una explicación prosaica. No creo que al “sueño” le importe un comino el bienestar emocional de uno. El sueño no es un estado “humano” de uno; es un estado inhumano, en cuanto que por inhumano entiendo sobrehumano. Si me preguntaran cuál sería mi vida perfecta, respondería sin dudar: “dormida, soñando”. Si me preguntaran que empezaría a extrañar, de antemano, si supiera que voy a morir pronto, respondería, sin pose: “realmente me angustia saber que no volveré a soñar”. Si me preguntaran qué planes recreativos tengo para este año, diría: “soñar más”. Vendería mi alma por el sueño interminable. Arriesgaría mi vida por una hora entera de sueños.

Es verdad que en parte es porque soy una persona inconforme con mi realidad, con la realidad y un poco bastante pesimista en cuanto a las relaciones humanas (de cualquier tipo), pero, además, ¿qué más podría desear uno que transitar por el sueño? Abrir una tras otras las puertas de paisajes y emociones “recalcitrantes”, pleno y libre, con el peso adecuado. Cuando uno está sobrio el peso es demasiado; la prueba está en que uno se enferma de estrés, o se muerde un labio hasta producirse una herida (como yo) al no saber cómo pagará la renta. El peso es demasiado porque uno vive “prosaicamente” (al calce: 422 para Telmex; no sé cuánto del celular; 3150 de renta; 100 para un tóner, etcétera) y porque uno sabe que va a envejecer; que no hay recompensa; que de todas maneras, uno será un viejo enfermo algún día. La noción de la muerte hace que uno acometa todo con cierto grado de cansancio. Cuando uno está intoxicado, el peso es demasiado poco, tanto que uno quisiera estar intoxicado por siempre. Pero tarde o temprano llega la cruda y el peso parece insoportable. En el sueño es distinto: todo es intenso y puro. Nuestra capacidad de asombro es inconmovible a la pesadilla. Paisajes, ¡dadme paisajes! señor del Sueño, amo de los baldíos celestiales.

Todas las culturas han mostrado un respeto incomún (sí, incomún), al Sueño. Hasta el Poder le teme. No hay nadie que no se haya estremecido por un sueño; o que haya creído ver en él el futuro. Incluso el pecaminoso y recatado catolicismo no ha tenido de otra más que encontrar en él una fuerza capaz de retar a sus santos. Íncubo o súcubo, el poderoso señor ostenta su marca inconmensurable: “no me podrás descifrar (nunca)”. Todas son explicaciones, lecturas.

Traigo a colación esto porque hoy decidí tomar mi medicina por la mañana, ya que el ache vasodilatador me estaba provocando pesadillas. Sí, parece muy maniaco, pero después de siete días soñando cosas angustiosas, decidí cambiar de horario. Una de ellas me pareció muy interesante (bueno, en el momento sufrí harto), por “su lectura” del Infierno. Estaba en un paraje que se alargaba “hacia abajo”. Un hombre (que resultó ser Gandalf, de The lord of the rings) nos instruía a ocultarnos: “Ya viene; el Ángel del Apocalipsis está aquí. Huyan”. Tarde me daba cuenta que me escondía muy estúpidamente, y que probablemente me encontraría. De pronto vi entrar su hocico en la cavidad donde me encontraba. El ángel era horripilantemente espantoso: una mezcla de T-rex con gato japonés de esos que no tienen pelo, del color de las ratas recién nacidas. (¿Nunca han visto una rata recién nacida? Se han perdido de sentir una ternura nauseabunda). El ángel me encontraba y me devoraba. Se supone que uno no puede morir en sueños, así que el acto de “devorar” era distinto: yo observaba “físicamente”, desde donde estaba, al ángel llevarse una especie de holograma mío a la boca, y entonces comenzaba a sufrir “el infierno”: una mezcla de dolor físico con la angustia de la conciencia de que ese dolor “era para siempre”; de que yo no iba a morir y sufriría, cada día, cada hora, cada segundo, “literalmente” “eternamente”. Me costó trabajo despertar, y luché para no volver a dormirme inmediatamente (para no volver a sentir eso).

Ayer ya no tuve pesadillas. Soñé mi ciudad, que nunca es ésta. En mi sueño había unas como chimeneas en un barrio chino, pero instalado más al poniente, sobre la México-Tacuba. En las chimeneas había aves, y alguien preguntaba: “¿Y en tu poema, dónde están las aves? Óyelas, lo que dicen es intraducible, ¿cómo podrás reproducirlo? ¿Podrás hablar de su vida misteriosa y mágica (y sin embargo prosaica) en estas chimeneas? Debes encontrar un párrafo para las aves”. Me desperté pensando si sería cierto. Odio a las palomas (inmundas palomas). Me gustan muchos los zanates y les tengo cierta simpatía a los gorriones. Pero no se me había ocurrido “concentrarme” en las aves. Últimamente sueño mucho a mi hermano. La última vez, por primera vez, lo soñé como es hoy. Siempre lo sueño como cuando era niño. El sueño es capaz de negar al tiempo: él es mi juguete. Resulta que yo era adolescente y el era un muñeco que creía. Hasta ahora, todos los niños varones de entre 6 y 9 años me parecen angelicales, pero ninguno tanto como ese muchachito que me pedía que viera “la telita” con él. No lamento que haya crecido, pero agradezco recuperar su luz infantil en el sueño. Me despierto y digo: “nadie lo tiene como yo: para nadie es tan mío como para mí”.

El sueño tiene todas las ventajas sobre la vida: uno es siempre vital; uno se maravilla; uno “no se puede” morir; uno descubre cosas nuevas siempre (o sea, uno es “forever young”); el sueño no tiene consecuencias; uno es libre; (incluso) uno se puede avergonzar sin sentir vergüenza por ello. Lo que me lleva a preguntarme: ¿podría vivir siempre dormida? ¿Es que el sueño posee toda esta belleza, ÚNICAMENTE, porque uno despierta a la prosaica realidad?

(subiré con ellas) desde la profundidad arrebolada

martes, 9 de junio de 2009

Katuno 2.0


Lo prometido es deuda y aunque el Katún no se ha dignado en dictaminar mi anterior Katuno, aquí dejo el 2.0. He de decir que hoy preferiría estar en su lugar. Resulta que lo encontré en el Centro muy entretenido mirando pasar a los transeúntes capitalinos. La mayoría de los gatos ignoran a las personas en la calle; miran los árboles o estan absortos en quién sabe qué, pero éste observaba a las personas. Las seguía con la mirada hasta que se topaba con otro especímen más interesante, al que volvía a seguir con la mirada. ¿Y por qué desearía estar en su lugar? Porque me duele la garganta, y tengo así como una infección de las vías respiratorias estacionada en los senos (de la cabeza). Arde un chingo. Como llegué a la conclusión de que no era para tanto (no hay fiebre ni cuerpo cortado ni dolor de cabeza ni moco excesivo), inicié la "terapia prehistórica", excepto porque es probable que los prehistóricos no tuvieran tabletitas efervescentes de vitamina ce ni chochitos homeopáticos.

¿En qué consiste la terapia prehistórica? Meterse en algún lugar calientito y cómodo (o sea, la cama) y estacionarse ahí, todo el día de ser posible. Dormir y dormir lo más posible. Lo intenté, y casi lo consigo, de no ser porque un escuincle prehistórico estuvo llorando en la cueva de interés social de a lado desde las 6 de la mañana y porque, como a partir de las diez y hasta las doce, unos neandarthales callejeros estuvieron emitiendo gritos y otros sonidos inarticulados con algún primitivo propósito que no alcancé a dilucidar. En serio, cuando me levanté de la cama me pregunté cómo era posible que en "esta economía" terrible y despiadada individuos tan elementales pudieran sobrevivir. Parece exageración, pero no. Dos sujetos estuvieron jugando por horas el juego "yo grito como si me estuvieran matando, tú te ríes". Durante todo ese tiempo no les escuché decir una palabra.

viernes, 5 de junio de 2009

fallas técnicas

















(por si no lo saben) (que es lo más probable) para escribir _____________ (proyecto fonquiano) son necesarias las “rutas”. ¿Qué son las chingadas rutas? ¿Cómo se insertan en el lenguaje poético? Son demasiadas preguntas al mismo tiempo. El caso es que el flâneur ha estado desde febrero del año pasado haciendo sus mentadas rutas. Pero hay que recordar que el flâneur estuvo deprimidito el Año del Chahuiztle 2008 y enfermo como por cinco meses repartidos en dos grandiosos periodos de fiebre, dolor y muchas cosas feas. Así que, por supuesto, no terminó sus chingadas rutas en el año de beca (amén de que varias se redefinieron), y después ha tenido que parir chayotes para conseguirlo. Por fortuna, el flâneur ha recuperado su vigorosa salud (juar juar) y ya es feliz (algo así). Para hacer esta ruta, tuvo que espiar al servicio meteorológico y ¡despertarse a las siete a eme! (horror) Pero finalmente el jueves lo consiguió (el lunes lo intentó, pero los cinco minutos de remolona se convirtieron en una hora y ya no iba a ser “válido” para la ruta). Intentó tomar al mismo tiempo unas fotos, pero nunca ha sido más cierto eso de que no se puede chiflar pinole y comer al mismo tiempo. Con el cuaderno de notas en una mano, las fotos tomadas con la otra salieron “medio” movidas u oscuras o fuera de foco. (Créanme que me menté la madre cuando vi el san miguel movido; era buena foto.) Aquí están las rescatadas de un centro mañanero y que quizás algunos de astedes no conozcan. Vale la pena llegar un día a las ocho a eme a Arcos de Belén para internarse en la zona decó del centro y luego cruzar el eje hacia las Vizcaínas y meterse hasta el fondo por Moneda o Jesús María a la mera gloria del barroco novohispano (¿pleonasmo?). El centro a esa hora es otra cosa. Es decir, deja de ser la cosa esa atestada de turistas, viejitos que no tienen nada qué hacer en su casa y que abusan de que les sale gratis el metro, mendigos, ambulantes, clientes, jueces, legisladores y otros especímenes de cuidado.

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¿Buscando un lugar para el fornicio? También hay restorán.

martes, 2 de junio de 2009

Katuno 1.0


Este es el primero de una serie de posts con el fin de encontrar a The Ultimate Katuno, el gato dedicado a Katundra (esperemos que el gato no muera; y si muere, que Katundra no crea que es un presagio), y todo porque un día prometí a Katundra que encontraría un gato digno del Katún para ella. ¿Cómo es ese gato? Bueno, debe ser muy bonito y con un halo especial que recuerde al Katún. ¿Y quién es Katún-Katundra? Eso es tema de otro post.


Pues este es el Katuno 1.0. Vive en la torre de Telmex y cuando lo vi tenía esa cara. Supongo que todavía la tiene. Parece que está encabronado o que es muy mamer (como Katún! Ja ja!), pero no; su quid está en los oclayos: tiene uno como delineado y otro sin delinear, y por eso tiene ese look chopero. Ja ja. Bueno, espero que el Katún se sirva en informarme si éste es el Ultimate Katuno o si debo continuar mi búsqueda.