Una ciudad también es el homenaje a la idea no totalmente realizada que tuvimos de
ella. Así, entre los años cincuenta y setenta del siglo XX, distintos
arquitectos diseñaron en torno a un concepto: las líneas simples y los materiales
más duraderos: la ciudad como un megalito. Equivocadamente, el brutalismo se
atribuye al “idealismo artístico” soviético (por su propuesta masiva y rudimentaria)
pero lo cierto que el brutalismo se exploró lo mismo en Estados Unidos que en
Brasil; en Londres y Berlín.
Así, en las ciudades más cosmopolitas sobrevive el
brutalismo, esperando la atención pop para redimirse y salvarse de las
demoliciones, aunque en algunas ciudades sus construcciones han sido
respetadas y/o restauradas.
Así, Hábitat 67 (en Canadá)
o el brutalismo couture griego de Casa Brutale:
Pero la aldea global no es inmune a la sabiduría de José Alfredo Jiménez y, así si "las distancias apartan las ciudades/ las ciudades destruyen las costumbres", según los internautas globales esta es una “vivienda promedio” en México:
Y cada uno de nosotros: Diegos Riveras y Fridas Kahlos
cualesquiera. (Poniéndome a elegir, prefiero ser un Rivera común,
corrientemente elevado a estatus de gloria de las artes en vida.)
Pero no es el punto de este post. El motivo es más sencillo
(o más radical). No se sienta despreciado asrtísticamente por Habitat 67. El
mundo no funciona así.
Su ciudad sigue siendo una ciudad brutalista, pero
incomprendida. Incluso es más brutalista que todas las otras, y más original en
su brutalismo; vanguardista y visionaria, pues. No solo porque desde mediados
de siglo XX cualquier arquitecto que hiciera bien su trabajo sabía que un
edificio departamental es una caja de zapatos de concreto (horizontal o
vertical) con hoyitos para ventilar, como lo demuestra Tlatelolco. Y qué decir
del muralismo brutal de O’Gorman en la Biblioteca Nacional o de ese espantajo
infranqueable que es la Rectoría de la UNAM en el horizonte del sur de la
Ciudad de México. Así que, ni hablar, a la hora de los revivals hay que pensar
en la oportunidad de negocio. ¿Qué tal unos tours para los amigos turistas
titulado: “Brutalismo y neobrutalismo chilango: a por las chelas, pagáis
vosotros”?
Brutalismo pret a
porter
Brutalismo vintage
Neobrutalismo súperbrutal
Es solo una propuesta, y dijera su diputado favorito, está
“abierta al diálogo”.
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